sábado, 31 de agosto de 2013

Cartas a los beduinos.


Los beduinos no tienen casa. No comprendo su idioma, pero sé que al desierto lo llaman hogar. Nunca permanecen. Podría buscarlos y nunca sería el mismo: los mismos ojos, la misma voz, el mismo nombre, la misma arena.

Allí también dormí.

Allí también crecí.

Era joven. Llevaba flores en el pelo.

No sabía vivir sin el frío. Crecimos juntos.

Luego desaparecí.

martes, 27 de agosto de 2013

El fin (del verano).

O el verano del fin.



Un poema en Obituario.

martes, 20 de agosto de 2013

Los que llegan, o tres libros muy jóvenes.

Not displaced, but to not be in any place
(Dorothea Lasky)

Ánima esquiva, de Adriana Bañares: El nuevo poemario de Adriana Bañares, a quien vi recitar el pasado abril en Madrid, es una colección de monstruos y pesadillas, un poemario, quizá, con una temática de serie B –entrañas, gore, sangre– que se pregunta una y otra vez ¿qué es el alma? y ¿existe? y ¿por qué siempre se escapa? Mantener bien pegadas las pestañas para evitar ver que todos somos monstruos. Que quizá es ese alma monstruosa lo que no queremos ver, lo que se nos escapa.

Ignoto, de Davo Valdés: Ignoto es el primer poemario del mexicano Davo Valdés, cuyos versos vienen con la fuerza de una marea. Ignoto es un poema largo escrito en varias partes, un poema-mar que se extiende hasta bañar la orilla y sigue a la deriva: poema-líquido, poema-torrente, poema-náufrago. Un canto a la mujer-María que podría ser cualquier mujer cuya memoria se aloja en la piel, porque las esquirlas del agua se borran pronto. Una mujer que decide embarcarse, dice Davo Valdés, es una sirena. Y por eso la luz temporal y no permanente, por eso las estrellas desnudan el cielo (29). 

VOMIT, antología de poesía joven norteamericana: Una ecléctica colección de versos y relatos, traducida por jóvenes autores españoles de procedencias e intereses igualmente distintos que supone una mirada al otro lado del charco alejada del resto de propuestas editoriales. El estilo y la temática varía en cada uno de ellos –sus fechas de nacimiento varían entre 1978 y 1992–, por lo que cada lector encontrará seguramente algo que ame, algo que odie –bien por que se identifique demasiado, bien porque lo reconozca en lo ajeno– y algo que le resulte indiferente. Yo me quedo especialmente con Dorothea Lasky, Richard Chiem, Jake Fournier y Kendra Grant Malone (a quien ha sido un placer traducir). Traducir a menudo es traicionar, como sabemos, y por eso el ejercicio de cada poeta hispanohablante al traducir ha sido también un ejercicio de estilo, excepto -o incluso- el de Ana Carrete, única autora bilingüe que se traduce a sí misma. Una antología nueva y, sin embargo, una antología del día a día.

(Y pronto, dos poemas aquí.)

viernes, 16 de agosto de 2013

Mujeres que bailan con lobos.


(Gustavo Doré, Little Red Riding Hood, 1862)

¿Y tú de qué tienes miedo? Dos narradoras y una poeta en lengua castellana se acercan a nuestros mayores miedos a través de tres textos muy distintos, donde dan vida al lobo que nos da miedo y hasta bailan con él.

~El huésped, de Guadalupe Nettel: Ha sido el libro que más me ha gustado de todos los que he leído de Nettel. Es un libro sobre la ceguera, la ceguera de la vida diaria, lo que no vemos y sobre todo no queremos ver a la luz del día y se manifiesta con más claridad en las tinieblas: el huésped, el monstruo, el no-invitado. Porque, como un personaje le dice a la narradora, "En realidad no vemos el mundo tal y como es, sino como somos nosotros". El anhelo que tenemos cerca.

~Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin: cuentos salvajes, increíbles, mágicos, la mayoría de las veces más parecidos a una pesadilla de la vida real que a un sueño. A una situación en la que de pronto uno se encuentra sin saber ni cómo ni por qué. Una mezcla perfecta entre la simplicidad del lenguaje de los cuentistas norteamericanos y el realismo mágico de los latinoamericanos. Una alarma que quizás se dispara demasiado tarde. Y que luego desaparece, sin dejar rastro, o tan sólo se hace invisible o pasa a formar parte de lo cotidiano, haciendo que lo normal sea casi siempre lo más raro.

~Los líquidos íntimos, de Olga Novo: esperadísima antología en español de los textos de una de mis poetas contemporáneas favoritas, traducido del gallego por ella misma. Fuerte y honesto, Novo también habla del lobo que nos persigue desde niños, o que habita dentro de nosotros: "De niña / cuando me preguntaban a qué tenía miedo / yo siempre respondía: / a parir y al lobo." Olga Novo nos muestra cómo el arma del terror es más nuestra que de nadie, y le coge la cara, le mira a los ojos y concluye:
¿Qué diré ahora
si me preguntan
a qué tengo miedo?

lunes, 5 de agosto de 2013

Cosas que pueden pasar cuando vas a un bar: una parábola


Para Cristina, Daniel, mi abuela y mamá.

I
Lo primero de todo: tú vas a ese bar. Tú has elegido ese bar y no otro. Por el motivo que sea: porque tienes sed, porque te gustan sus luces de colores, porque las tapas que están comiendo otros clientes tienen buena pinta, o porque está de moda, o porque alguien te habló bien de él, o mal, y tú quieres probar que se equivocaba. Por lo que sea. No importa. La cuestión es que tú has elegido ese bar.

II
Ahora pongamos que tú has elegido ese bar por esos cócteles con tan buena pinta. Así que llegas. Esperas tu turno. Encuentras un sitio. Te sientas. Llega el camarero y tú pides un cóctel y te dice que el coctelero se ha ido y tardará en volver y que pidas otra cosa. Vaya. Bueno. Lo haces. Pides otra cosa. Pero justo cuando se va el camarero ves cómo el coctelero regresa y le hace cócteles a otras personas. ¡Yo también quiero! Llamas al camarero. Tarda en venir. Mientras, se acerca otro camarero y te pregunta que si te han tomado nota. Le dices: Sí, pero me gustaría cambiar lo que he pedido. Dice: ¿Quiere comer algo? Le dices: Bueno. Se va. Uno tiene derecho a cambiar. La vida son cambios. Uno tiene derecho a cambiar, ¿no?

III
El camarero del principio viene y te dice que qué pasa, que ahora trae tu cerveza. Tú le dices: Oye, es que el coctelero ya ha vuelto y me gustaría cambiar lo que he pedido, y te dice: Eso es imposible, el pedido ya está hecho, la cerveza ya está en camino; ya ha sido pedida y elegida en el limbo de las cervezas sin nombre. Le dices: ¡Pero si ni siquiera la he visto! ¡Si no le he dado ni un sorbo! Él dice: Imposible. Y después: ¿Pero quieres o no quieres esa cerveza? Y le dices: No, quiero un cóctel. Y el camarero dice: ¿Y qué pasa, que ahora la cerveza me la tengo que tomar yo? ¿Qué hago ahora con esa cerveza? Y tú: Pero si yo quería un cóctel desde el principio y me dijiste que no había, y ahora hay y yo tengo que tomarme la cerveza. Y él: Sólo son órdenes de mi encargado. Tú: Quién es el encargado. Él: Paquito. Tú: Qué Paquito. Él: Pues Paquito. Tú: Quiero hablar con Paquito.

IV
El tal Paquito te dirá que podría haberlo hecho mejor pero que la cerveza ya había pasado por caja y que era imposible descontarla. Que te podría invitar al cóctel, a un cóctel más barato, si pides algo de comer. Bueno, dices. Bueno. Puedes irte, quedarte o pedir algo de comer. La mayoría de los seres humanos elegirán esta última opción. A caballo regalado no le mires el diente, y todo eso.

Pero la mayoría de las veces nunca obtendrás el cóctel gratis, ni lo que has pedido.

V
Otras veces tú serás el camarero y habrá gente a la que, cuando le vayas a cobrar una coca cola, dirá que no pagan dos euros sino uno porque esa coca cola no vale más, a pesar de que en otro sitio sí que lo paguen.

VI
La impotencia lleva a la pataleta, y la pataleta no es el mejor recurso, pero a veces es el único.

VII
Lo más normal sería levantarse e irse del sitio, pero, a veces, el bar es tu propio sitio, lo que significa que no te puedes levantar de ahí, o que no te quieres levantar de ahí.

VIII
Y por eso existe la ley del divorcio y las hojas de reclamaciones, aunque nadie las use.