viernes, 27 de abril de 2012

de cuando fuimos tiempo.





(Fotografía de Sara R. Gallardo)



If I am brave, I’ll let myself stay lost. 
(Clarice Lispector, The Passion according to G.H.)


Quisieron derribar mi casa. Entonces, yo abrí la puerta y les mostré lo que tenía: un puñado de souvenirs de viajes colocados en una estantería, algo de polvo, mucha luz y un bote de lluvia. Hace tiempo que no colecciono nada. Los sucesos me coleccionan a mí. Muchos marcharon entonces dejando la puerta abierta. No pregunté si volverían.

lunes, 16 de abril de 2012

Tocando el borde del mundo.





When I go out there to visit, I hardly know where I am.
(Alice Munro, Friend of My Youth)

When I go out there to visit, I hardly know who I am.

jueves, 12 de abril de 2012

El amor propio.





–Está bien; lo dicho, dicho está. Tómala, juégala como quieras; pierde cuidado y sobre todo, no seas prudente, no lo seas nunca (...).
–(...) ¿y a qué quiere jugar?
–A lo que jugaba usted.
–¿Conoce las reglas?
–¿Es que no las conoce usted?
Perdió tres veces seguidas.

(Juan Benet, Volverás a Región)

martes, 10 de abril de 2012

los santos inocentes.







Una amiga me leyó las líneas de la mano y me dijo: vas a morir pronto. También dijo: dos, veo dos. ¿Dos qué? Dos cosas. Dos accidentes. Dos vidas.

No me cobró nada, porque dijo que lo que estaba haciendo era ilegal en su país.

Me arranqué las líneas de la mano y dije: Aquí está el accidente, está aquí. El accidente soy yo. Y levanté mi mano lisa; así era cómo iba a luchar.

Cuando volví a encontrarme con él, me cogió la mano y dijo: ¿Dónde están tus líneas de la mano? Era lo que más me gustaba de ti. Toda esta suavidad no conduce a nada.

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lunes, 9 de abril de 2012

Belleza es: instante o movimiento. (Leyendo La Adoración en el cercanías –SBahn– de Berlín.)




(Foto de Sara R. Gallardo.)

Y una y otra vez me censuraba y decía para mí mismo: no es cierto el movimiento, no puede ser amado, el movimiento es un disfraz de un movimiento.

Como un Principito que se hace mayor y olvida de lo aprendido, o lo aprende demasiado bien. Que confunde domesticar con ser domesticado. Contemplar con comprender. Pedir con exigir. Como un Principito confunde el cuerpo con el espacio. Es poeta.

El poeta que quiere morir de belleza, y emprende un viaje. Un viaje para morir de belleza. Un viaje antiguo y peregrino, lleno de cuentos y personajes que alguna vez conocimos. Lleno de espejos. Porque todas las historias son nuestra historia, la que olvidamos y las palabras de otros nos recuerdan.

y eso repito mucho para que todos los seres pobres y torpes de este mundo y miserables se amasen en un brillo y vuelvan a ser tú.

Morir de belleza: el instante. Porque la belleza es instante, ¿verdad? Belleza es lo amado y perdido, y no se puede amar el movimiento. ¿Verdad? ¿Verdad?

Pero el viaje es movimiento, y amamos el viaje en tanto que aprendemos a darle forma con el lenguaje. En el viaje, los pijamas cuadriculados se convierten en rombos, y el pelo crece hasta cubrir montañas y las sombras se desdibujan.

La muerte es lo único que no se mueve. La belleza nunca está quieta. Por eso la amamos. La perseguimos. Y, cuando creemos haberla visto, cuando creemos haber llegado a nuestro destino, al siguiente instante ya no está. Desaparece. Nos seguimos moviendo.

Esto es lo que dice Juan Andrés García Román en su libro, esta la historia que nos cuenta, las palabras que comparte, la belleza que deja en libertad para que nos alcance y nos conquiste y después nos rompa el corazón (quizás no en este orden).

Después, le dedicaremos un canto. Es imposible hacer otra cosa, este libro lo demuestra: el lenguaje es la historia de un aprendizaje, de una asimilación, de nombrar las cosas con otras cosas, sí, pero también y sobre todo –por eso escribimos–,

el lenguaje es la historia de una adoración.

(Las citas en cursiva pertenecen a La Adoración, de Juan Andrés García Román, DVD Ediciones, 2011.)

jueves, 5 de abril de 2012

No hablar sin llamar



Queremos hablar de las cosas pequeñas, de los espacios pequeños que no ocupan lugar. Como los tiempos pequeños y los momentos que vienen para no quedarse pero no caben.

No queremos hablar de astillas y misterio. O de cómo las palabras se astillan contra las mejillas. Y las mejillas se hinchan y se irritan. Sin las palabras. Sin las plumas arrancadas sin ningún esfuerzo. O las anginas. De los idiomas prestados como juguetes viejos.

Las cosas pequeñas son las que más ruido hacen al romperse.

martes, 3 de abril de 2012

Ich bin... was?




 
"¿No cree usted que se acerca el verano?" 
"¿La luz?" 
"Ah, sí, la luz.(...)" 
(Juan Benet, Volverás a Región

  y mira al cielo y sólo alcanza a ver 
el origen del frío 
 (David Leo García, Dime qué)


Cuando viajo, nunca escribo. Voy a Berlín y hace frío, pero llega la luz. La escritura es movimiento. El movimiento se pierde en el movimiento. Voy a Berlín y toco la piedra. Berlín tiene un aire extraño. Me hace pensar en Madrid, pero no se parece a Madrid. En Berlín la historia se toca, se respira, se pisa. Los edificios nuevos se amontonan con los viejos y la noche se amontona con el día, y todo está cerca pero nadie anda. Lo más bonito de Madrid es el cielo; lo más bello de Berlín, el suelo. El cielo de Berlín me hace pensar en bombardeos. Lo mismo que el suelo de Madrid. Mirar arriba o mirar abajo. O sólo mirar, esperar que algo nos cubra, y descubrir que no hay nada.

Volver a hablar inglés. En Berlín Ich spreche kein Deutsch, así que Sara habla. Me compro ropa usada y se me acaba la batería de la cámara. Fotografiamos los graffitis del muro, y en una esquina, alguien vende reproducciones diminutas de ellos.

Leemos poesía en los trenes regionales, y hablamos alto. Los alemanes, excepto los que acaban de reencontrarse en el aeropuerto, susurran.

Aeropuerto-casa. Mi avión se retrasa y leo a Benet. Aeropuerto: ninguna parte. Lugar seguro. El no-lugar donde nadie te espera y tú no esperas a nadie. El lugar donde nada puede tocarte. El continuo movimiento. 

Cuando viajo, no escribo.
Se acerca el verano. 
¿La luz?