Buscamos un lugar donde rezar, pero no podemos.
Entonces atamos nuestras manos. Prometemos no decir.
El cordero huérfano, por Amy HempelDesolló el abrigo del cordero que había muerto en invierno, recogió con él la sangre acumulada sobre sus pantalones y siguió sujetándolo, dando vueltas primero a las pezuñas y rajando cada pierna, para después ir soltando la piel del hueso y el músculo.Ató la piel al cuerpo del cordero huérfano para que la oveja madre reconociera el olor y le dejara mamar.O eso me dijo.Así es la seducción. Esta la historia que me contó, de todas las historias de granjero que podría haberme contado. Eligió una donde la brutalidad salva una vida. Quería que sintiera, cuando ajustaba su cuerpo sobre el mío, que así era como yo iba a seguir: así era como me reconocerían.(Traducción de Emily Roberts.)